martes, 6 de septiembre de 2011

Fotos de campaña: dos moderados y un conservador


    (Foto: LIFE)

Los gobernadores Nelson Rockefeller (Nueva York), George Romney (Michigan) y Ronald Reagan (California) conversan en una Conferencia Nacional de Gobernadores celebrada a bordo del buque SS Independence en las Islas Vírgenes, en octubre de 1967.

El poderoso, tenaz, talentoso e infinitamente ambicioso pero poco amado por las bases, Nelson Rockefeller, había optado por no volver a pasar por la mala experiencia de 1964 y maniobrar a favor de la presentación de George Romney como candidato de consenso de los gobernadores del GOP.

En encuentros anteriores a lo largo de aquel 1967, Rockefeller y el Gobernador John Chafee, de Rhode Island, habían tratado de forzar sin éxito una declaración de apoyo de los gobernadores republicanos a la candidatura de Romney. La reunión en el SS Independence era la última oportunidad para lograrlo pero el objetivo estaba más lejano que nunca.

Romney estaba perdiendo respaldos. Gobernadores moderados como Daniel Evans, de Washington, o Tom McCall, de Oregon, le habían retirado su apoyo y estaban decididos a hacer cambiar de idea a Rockefeller para que se presentara a las elecciones. El propio Romney parecía ya más inclinado a dejar paso a Rockefeller, pero el Gobernador de Nueva York le presionaba para que no tirara la toalla declarando en público que "no soy candidato, no pretendo ser candidato, no quiero ser Presidente."

Por otro lado, los gobernadores más conservadores del Oeste Montañoso y el aparato político montado por F. Clifton White en 1964 para Goldwater, querían a Reagan. El Gobernador de California repetía que no iba a ser candidato pero atendía a los que querían reclutarlo.

De esta división de los gobernadores salió ganando Richard Nixon, al que nadie quería pero todos aceptaban. El mayor problema de Nixon era que se dudaba que pudiera ganar las elecciones después de su deshonrosa derrota en las elecciones del 62 en California, y su ventaja era que los mismos que dudaban de su elegibilidad estaban abiertos a apoyarle si les daba pruebas de lo contrario.

Así que sus enviados se aprovecharon de la división para arrancar un comunicado del Gobernador John Love de Colorado (pro-Rockefeller) y Tim Babcock de Montana (pro-Reagan) declarando a Nixon "aceptable" si era capaz de ganar las primeras dos o tres primarias.

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